miércoles, 10 de febrero de 2010

Nota de Chino Navarro

La actual discusión en torno a la creación del Fondo del Bicentenario por decisión de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner como garantía del pago de la deuda pública que vence en 2010 se incorpora al debate sobre qué modelo de país y de sociedad queremos los argentinos. Se enfrentan entonces el modelo liberal y neoliberal de una Argentina para pocos, basado en el endeudamiento externo y eterno que nació con el tratado Roca-Runciman y terminó de explotar en 2001 con el Megacanje y el Blindaje de Cavallo-De la Rua y el corralito y el corralón, que fue el camino elegido por la Patria Financiera para cobrarse las deudas a cualquier costo cuando la economía real había desaparecido en la Argentina producto de los perpetuos ajustes, impuestazos y recortes que solo pretendían que se gastara menos para poder pagar más.


A partir de 2003 con Néstor Kirchner nació otro modelo de país y que se profundiza con el Gobierno de Cristina Fernández, un modelo de país con sentido común, aquel que sabe que primero tiene que desarrollarse el consumo interno para mejorar la economía real y tener superávit fiscal y que para ello tienen que mejorar los sueldos de los trabajadores y que mediante sus gastos en consumo mejoren los ingresos de quienes producen y así todos puedan pagar sus impuestos que es la fuente principal de financiamiento del Estado y a esto hay que sumarle lo producido por el superávit comercial producto de mayores exportaciones que importaciones generando un aumento del ahorro nacional, es decir, de las Reservas.

Este mismo sentido común es el que comprende que el excedente de reservas debe ser utilizado, como lo haría cualquier persona con sus finanzas personales, en cancelar deuda a fin de poder seguir desarrollándose en forma sustentable en el tiempo y poder reinvertir sus excedentes en el fomento de la actividad económica interna del país.

Estos son los dos modelos que se enfrentan: el viejo y fracasado modelo del endeudamiento eterno para pagar más deuda a costa del sufrimiento del Pueblo contra el nuevo y exitoso modelo de crecimiento, desarrollo y acumulación de Reservas para cancelar deuda y destinar los excedentes fiscales al fomento del mercado interno.

El Fondo del Bicentenario es un paso más en la profundización del modelo exitoso, su función es garantizar el pago de los vencimientos de Deuda Externa contraída a fines de la década del noventa que ocurren en 2010 y de este modo bajar el Riesgo País y permitir a las empresas privadas y a los estados provinciales y al nacional poder refinanciar deuda en mejores condiciones a intereses más bajos, cabe aclarar que cuando se pagan intereses se está sacando dinero del mercado interno y el dinero que podrían utilizar los argentinos lo disfrutan los acreedores extranjeros. Además apunta a reconstruir el posicionamiento internacional destruido con el Default de 2002 y reinsertarnos plenamente en la economía globalizada.

Aquellos sectores que rechazan el Fondo del Bicentenario lo que en realidad quieren es volver a las viejas recetas, a producir ajuste del gasto público para pagar con este ahorro la deuda y ya sabemos los resultados: parálisis de la economía consecuente disminución del ingreso del Estado por pago de impuestos (financiamiento genuino) y necesidad de un nuevo ajuste, y así hasta el infinito o hasta el 2001, como mas les guste.

Éstos que se oponen a caminar el sendero del desendeudamiento y declaman la intangibilidad de las Reservas son los mismos que dejaron al país con una deuda altamente dolarizada en 2001 del 160 % Producto Bruto Interno y con bajísimo nivel de Reservas (porque se habían usado para pagar deuda externa) contra esto el Gobierno de Néstor Kirchner en 2003 puso en marcha un modelo de país y de economía que permitió aumentar las reservas superando los 47000 millones de dólares y bajar el endeudamiento que al día de hoy no supera el 40 % del PBI y además mayormente en pesos.

Se debe saber que las Reservas Nacionales depositadas producen un interés inferior al 1 % y en contraposición cualquier crédito que soliciten el Estado Nacional, las Provincias o las Empresas Privadas supera el 12 % de interés en el mercado internacional; las decisiones a tomar al respecto se caen de maduras y son las aconsejadas por cualquier manual de administración financiera.

Ante esta realidad la furia de los opositores al Gobierno Nacional para desvalorizar el Fondo del Bicentenario muestra claramente que defienden los intereses del Establishment Económico y sus caballitos de batalla la “independencia del Banco Central” y la “intangibilidad de las Reservas” carecen de fundamento.

¿Es racional pensar que se pueda separar al Banco Central del resto de la economía real? No, no lo es y prueba de ello es que durante la nefasta etapa neoliberal estuvo independizado y así nos fue, el central mantenía el dólar uno a uno y todas las empresas incluido el campo se fundían una a una.

La opinión pública obnubilada por la prensa hegemónica, la misma prensa hegemónica que cubría el accionar de la Dictadura Militar y las operaciones con la Deuda Externa, parece haber olvidado los resultados de entregar el país a la “Patria Financiera”,.

La oposición en su rol de vocera de la Patria Financiera pretende disimular los dictados de los especuladores sobre la economía disfrazando sus discursos con reclamos de independencia e institucionalidad en función de su visión conservadora y ortodoxa de lo que debe ser el país y han conseguido imponer su “propio sentido común” colonizando las cabezas hasta de dirigentes que se dicen progresistas y que defienden el modelo del pasado junto a los apologistas de Martínez de Hoz y de Domingo Cavallo.

La Soberanía Política significa que las decisiones soberanas las toma el Pueblo a través de sus representantes y no puede entonces existir institución alguna que pretenda estar por encima de la voluntad popular.

Frente a esta nueva embestida oponemos un modelo de Patria y de país que se inicio en 2003 donde se fomente y privilegie el mercado y el consumo interno, donde las jubilaciones se basen en el sistema solidario de reparto y sean administradas por el Estado para que sirvan también como herramienta de desarrollo de la economía, donde la asignación universal por hijo sea una realidad, con un tipo de cambio competitivo, con obra pública como propulsora de la generación de empleo a través de la mejora de la infraestructura productiva (caminos, energía, etc.), donde los sueldos se determinen en discusiones paritarias, con un Gobierno activo anticipándose a los vaivenes de la economía mundial.

Esta es la Argentina posible y sustentable en el tiempo que nos permitirá saldar la deuda “eterna” con ingresos genuinos pero sin sacrificar al Pueblo ni frustrar la formidable recuperación económica iniciada en 2003 reinsertándonos en el mundo con seriedad, dignidad y autodeterminación soberana.