martes, 23 de febrero de 2010

Justicia Social, una mirada distinta

La Justicia Social, por Martin Delfino




Escribir sobre la justicia social es una tarea por demás de compleja, sus definiciones varían de acuerdo al espectro con el cual se mire la realidad, un poco mas acá de las izquierdas se verá de un modo y un poco mas allá de las derechas se observará de otra manera.

Aceptemos que la justicia social, es por lo menos, resbaladiza. La justicia, social y no social, varía con los momentos y las circunstancias.

¿Qué quiere decir justicia social?, al decir de un amigo ¿Que los trabajadores se lleven la mitad del PBI y los patrones la otra mitad, cuando los trabajadores son diez millones y los patrones diez mil? ¿Que todos tengamos derecho a no morirnos de enfermedades tratables? ¿Que no haya explotadores ni explotados? ¿Que los pobres se jubilen y puedan seguir siendo pobres pero jubilados? ¿Que no haya propiedad privada porque la propiedad es el robo? ¿Que un gobierno fuerte nos proteja de los temibles delincuentes? ¿Que no haya gobierno porque todo gobierno es corrupción? ¿Que les den 180 pesos a los que no comen?

Lo dicho, depende, del lado del mostrador de donde se lo mire, sin dejar de tener en consideración que la justicia es una convención ideológica. Lo que para algunos –tiempos, países, personas– es justo, para otros no.

Decíamos, la justicia social es fundacional en una republica, y por ello, es menester sostenerla en el discurso para que sus alcances no caigan en saco roto y se pueda cambiar a voluntad.

Desde aquí, sostenemos que la justicia social debe pregonar la dignidad del ser humano, la igualdad real de oportunidades tal como lo promueve la Constitución Nacional, el respeto por las minorías, la igualdad de género, el combate a la pobreza insultante, la lucha contra las diferencias cada vez mas mayores, injusticia siempre creciente, las diferencias cada vez mayores, el desdén por los derechos de la mayoría– Nos ocupamos, sí, con pompa y circunstancia, de la justicia social, del sistema en sí: festejamos la justicia social por lo que es, no por lo que hizo y está haciendo.

Desmitifiquemos que la justicia social es sacarle al rico para darle al pobre, esa idea tan simplificada, reduccionista hace que no nos enfoquemos en una política que, de hecho, recupere la dignidad de las personas que menos tienen.

Hay que trabajar en el ámbito impositivo, regulando las actividades que generan mayor riqueza, conduciendo inversiones, interpretando el perfil de nación que se quiere tener.

Defender el medio ambiente, sosteniendo la soberanía alimenticia, identificando prioridades, asignando recursos de manera clara, inteligente, previsible.

Es impostergable levantar las banderas de la educación y la salud publica, no desde la intrascendencia y la ociosidad; sino, en serio, ambas sirven para equilibrar, para integrar, para ‘redistribuir’ –y para producir un país con mejores posibilidades en todos los terrenos.



Hay que dejar de lado la falta de ambición verdadera, inteligencia breve, cortedad de miras, la incapacidad ideológica de pensar más que en el presente, más que en la pequeña salvación individual, algo en lo cotidiano del poder que les impide planificar diez años más allá, cinco semanas más allá Tenemos que ser capaces de trabajar para los demás; “No hay vida que merezca ser vivida sino es para servir a los demás” decía Einstein” Tenemos que trabajar para ser capaces de imaginar a veinte, cuarenta, cien años vista; sólo así pueden pensarse en un proyecto de país. Es condición necesaria pero no suficiente. O sea: un modo de empezar a hablar.

Seguimos; es momento de ponernos a repensar estas ideas, de abandonar el lugar del miedo, de las creencias absolutas, debatamos, arremanguémonos y construyamos, entre todos, esa justicia social inclusiva, independiente, abarcativa, justa, responsable que todos nos merecemos.

No caigamos en el truco de quienes quieren convencernos de que hay que comparar con lo que conocemos, a que esto es lo que hay. No nos atrevemos a pensar fuera de este sistema de fracasos y traiciones, y nos quejamos de su funcionamiento –y no de su naturaleza.



Lo dicho: no nos atrevemos a pensar cómo cambiar lo que tenemos porque pensamos desde el miedo. Muy distinto sería pensar esta justicia social desde esta justicia social, analizarla por lo que es y no por lo que no es. La primera premisa sería que fuera de la justicia social hay más opciones que una radical y otra peronista. Podemos no saber cuáles son. Hace cien años no sabíamos escribir sin una pluma, un tintero y un papel, y ahora estoy tecleando en la computadora –porque hubo gente que pensó que valía la pena imaginar lo que no conocía. Quizá no haya modelos alternativos –o, por lo menos, no tengan difusión. Pero lo primero es acordar en el interés de buscarlos, en lugar de resignarse al mal menor. Yo creo que debería haber algo mejor.

Sería cuestión de averiguarlo.





Martin Delfino

La ley medios, una mirada desde la juventud

¿Qué beneficios tiene la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?



La ley 26.522 (conocida como “ley de medios”) procura garantizar el ejercicio universal de recibir, difundir, investigar y proporcionar opiniones a la comunidad. Desde el 18 de Marzo de 2008, cuando se presentó el anteproyecto de la ley, se realizaron decenas de foros en todo el país, y participaron más de 15.000 personas, pero ningún sector de la oposición se inclinó a hacerlo. ¿Qué presupone esta nueva ley?



La nueva ley termina con una reglamentación arcaica, heredada de la dictadura militar, que hasta podría tildarse de ilegítima por este motivo. En este sentido, es un paso más hacia el progreso por parte de la democracia. Además, comienza un proceso de democratización de la palabra, puesto que la nueva reglamentación reserva un 33% del espacio radioeléctrico para canales y radios de organizaciones sin fines de lucro, como sindicatos e iglesias. A diferencia de la Ley de Radiodifusión, limita a los multimedios, ya que impide a los dueños de canales de aire ser propietarios de cables en la misma área geográfica en la que operan.



La Ley regula la adjudicación de licencias de señales. Impide, por ejemplo, que una empresa tenga licencia de cable y a la vez canales de aire. Es decir, restringe el poder de los multimedios, como Clarín. Por ejemplo, el Grupo deberá desprenderse de Canal 13 si quiere seguir operando Cablevisión y Multicanal, o sus varios canales del interior.



Nos informamos a través de los medios, y cuando los mismos llevan a cabo una política de desinformación, o “información distorsionada”, eso le hace mucho daño a toda la población. Por esto, la nueva ley apunta a la pluralidad de voces. También se establece una Cuota de Pantalla de Cine Nacional: En lo relacionado con este punto, el director de cine Campanella señaló que “el proyecto del Gobierno Nacional beneficiará al cine, ya que habrá más pantallas para difundir y más dinero para apoyar la producción nacional”.



El periodista deportivo Alejandro Apo dijo que los grupos económicos afectados por la nueva ley “van a hacer lo imposible para poder mantener el negocio, y son capaces de hacer cualquier cosa, hasta de avalar leyes de la dictadura con la fachada que se ponen siempre de democráticos”. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que los grandes grupos llaman “Ley mordaza” o “Ley K”, apunta a la desmonopolización: pone límites a la concentración, fijando topes a la cantidad de licencias y por tipo de medio. Un mismo concesionario sólo podrá tener una licencia de servicio de comunicación audiovisual sobre soporte satelital; hasta 10 señales sonoras, de televisión abierta o cable y hasta 24 licencias de radiodifusión por suscripción. Por otra parte, quien maneje un canal de televisión abierta no podrá ser dueño de una empresa de distribución de TV por cable en la misma localidad, y viceversa. También se impide que las compañías telefónicas brinden servicios de televisión por cable.



Más posibilidades de trabajo



Y sin duda que uno de los beneficios más importantes está en que los servicios de televisión abierta deberán emitir un mínimo del 60% de producción nacional; con un mínimo del 30% de producción propia que incluya informativos locales. También

los servicios de televisión por cable no satelital deberán incluir como mínimo una señal de producción local propia. Por su parte, las radios privadas deberán emitir un mínimo de 50% de producción propia, que incluya noticieros o informativos locales, y el 30% de la música emitida deberá ser de origen nacional.



Resumiendo un poco, ¿se quiere atentar contra la libertad de expresión como dicen algunos? Esta ley no es ni una “ley mordaza de control a la prensa”, ni una “ley K”, es una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que garantiza la democratización de la información, la pluralidad de voces y la libertad de pensamientos, al mismo tiempo que pone fin a un legado que dejo ese período tan oscuro de nuestra historia que fue la dictadura milita