miércoles, 17 de febrero de 2010

Paraguay y un posible golpe de estado, por Belen Obrien

¿Qué te pasa PARAGUAY?




A un año del comienzo del mandato de Fernando Lugo, nuevos rumores acerca de un posible golpe de Estado.



El ex obispo asumía con sus facultades episcopales suspendidas y daba fin a la hegemonía que por 61 años había mantenido el Partido Colorado en Paraguay. Acompañado de una coalición con fuerzas de izquierda y derecha, Lugo parecía asomarse como el cambio que necesitaba el país vecino para una nación más integrada. Pero los fantasmas golpistas siguen recorriendo Latinoamérica, y ya le habían hecho notar al presidente paraguayo que su estadía en el poder no sería para nada fácil. Cualquier parecido con otras situaciones en países de la región (no) es pura coincidencia…

Luego de las declaraciones acerca de un posible golpe de Estado el año pasado, el presidente Lugo decidió llevar adelante cambios importantes en toda la cúpula militar del país. A la luz de la renovación democrática en Latinoamérica, reemplazó al comandante del Ejército, al general de la Fuerza Aérea y al contraalmirante de la Armada.

Pasados esos acontecimientos y para el asombro de su vicepresidente Franco, de la derecha liberal, el presidente comenzó a efectuar políticas de centro izquierda entre las que se destacó el ingreso al Instituto de Previsión Social (IPS) de 20 mil trabajadores que estaban excluidos porque sus patrones no pagaban su cuota mensual para las pensiones y seguros sociales.

Por supuesto, la noticia que más sacudió a toda la región fueron las inconductas del ex obispo en su vida personal; hablamos del hecho de haberse asumido como padre de un niño. Pero como la "crisis en Paraguay por las paternidades de Lugo" ya fue tomada por diversos medios de comunicación, vamos solo a mencionarlo.

Luego de la reforma en el IPS, y ante los grandes problemas económicos que traería a la región la crisis financiera internacional, Lugo apostó a la integración regional y a la asistencia social. Así se desarrollaron reuniones en el marco del MERCOSUR y se pasó a la creación de UNASUR para hacer frente a las asimetrías que en Latinoamérica y el Caribe entorpecían el camino de la integración. Desde allí participó enérgicamente del rechazo al golpe de Estado hondureño y apoyó al presidente Zelaya en el exilio. Al mismo tiempo lanzó con la Secretaría de Acción Social (SAS) una ayuda de 60 dólares aproximadamente, sobre todo para las mujeres jefas de familia de los hogares más vulnerables. Finalmente desarrolló el proyecto de atención médica gratuita, que regirá desde Enero, y llevó adelante acuerdos con Brasil para garantizar un acuerdo sobre la represa en Itaipú y cuestiones energéticas.

Puesto en conjunto parece que Paraguay se encontraría despegando por fin de su atraso y marginalidad, o por lo menos avanzando en ese sentido. Pero evidentemente algo está sucediendo, un hecho que impide capitalizar los logros del gobierno paraguayo y lo mantiene a la defensiva.

En primera instancia, se va consumando un acuerdo entre el vicepresidente Franco y los diputados y senadores de la oposición, frente a las posibles elecciones legislativas que se realizarían este mes. Y sumado a eso se prevé un juicio político a Lugo impulsado por el Partido Liberal, opción ya prevista por el vicepresidente Franco, quien dijo estar "preparado moralmente, convencido, físicamente preparado para asumir la presidencia" ante un eventual desplazamiento de Fernando Lugo (sic). En el mismo sentido el senador liberal Alfredo Luís Jaeggli expresó en una entrevista desarrollada por Pedro Brieger, Eduardo Anguita y Miriam Lewin para el programa "Carbono 14”, emitido en Radio Nacional hace unos días, que el escollo para la modernización en Paraguay sería, justamente, el presidente Lugo. Jaeggli afirma que el golpe de Estado en Honduras es totalmente legal y mira con melancolía la argentina de los `90 y con disgusto las iniciativas bolivianas y venezolanas…

Pero fuera de tales declaraciones controvertidas, la situación en Paraguay se vuelve cada día más compleja. Hace 60 días fue secuestrado el ganadero Fidel Zavala, supuestamente por una guerrilla denominada Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) que estarían siendo entrenados por las FARC de Colombia, como informó la cadena de medios más grande de Paraguay, ABC. La misma cadena ha sido la protagonista en la divulgación de información acerca del supuesto vínculo de Lugo con el EPP, los aparentes casos de corrupción del presidente, el incumplimiento de su programa de gobierno y hasta las múltiples demandas de paternidad, con lujo de detalles. Hay que decir también que ninguna de las acusaciones ha tenido el peso suficiente para enjuiciarlo y sacarlo del poder.

Hoy vuelven los rumores sobre un posible golpe de Estado, mientras se desarrolla la antesala para las elecciones en el Congreso paraguayo, en momentos donde el resto de Latinoamérica también se prepara para contiendas electorales. Indudablemente las funciones del Congreso y de los procesos de integración regional en estos acontecimientos vuelven al centro de la escena; esperemos que sus acciones sean para asegurar comicios transparentes y para mantener la democracia procedimental…

Nos hace reir, y encima es peronista!!


“Construyen la sensación de que nunca estuvimos peor"



Ahí estaba él, sentadito con su pulóver de lana en medio del salón Libertador del Sheraton Hotel durante la noche de entrega de los premios Martín Fierro. Las estrellas televisivas desfilaban sobre la alfombra roja, en plena exhibición de los atuendos creados por los diseñadores de moda y en brindis festivo y ostensible. Él, ahí: sentado con su pulovercito hippie. Hasta que anunciaron el premio al mejor programa cómico y Diego Capusotto se levantó de la mesa junto a Pedro Saborido, subió al podio, levantó la estatuilla y propuso: “Que disfruten del sueño”. Acababa de recibir un reconocimiento más a su trabajo, el mismo que lo convierte, según las palabras de Horacio González, sociólogo y director de la Biblioteca Nacional, en el principal crítico cultural de nuestra época. No se había sacado el pulovercito.



Capusotto, el humorista más potente de los últimos tiempos, es un fenómeno de masas incorporado definitivamente al imaginario social argentino. Sus creaciones se difunden no sólo a través de la televisión (donde a partir del lunes presenta en Canal 7 una nueva temporada de Peter Capusotto y sus videos) o la radio (donde continúa su programa Lucy en el cielo con Capusottos, en la Rock & Pop), sino que se replican en la Web, mediante las filmaciones que se cuelgan en YouTube y que luego se reenvían por e-mail al infinito. Pese a cierto prejuicio que sólo atribuye masividad al humor liviano, sus personajes, que se burlan de los popes del rock y de la pompa setentista, también interpelan a la realidad política con una sagacidad que ya quisieran los más renombrados analistas.



El segmento radial “Hasta cuándo” es la más brutal denuncia del accionar de los medios en la generación de un estado de paranoia, una parodia de la cadena nacional de malas noticias –a la vez que señala cómo una parte de la población se suma entusiasta a esta visión catastrófica de las cosas–. Una estrategia que usa la corporación mediática y que sólo beneficia a la derecha, que suma así adeptos a sus argumentos. La recién presentada Ley de Medios apunta a desmontar esa percepción monolítica de la realidad y quizá permita una apertura de discursos. Eso entusiasma a Capusotto que, dice, está más cerca del oficialismo que de la oposición.



Su prepotencia de trabajo, sumada a un talento desmesurado, redundan en un reconocimiento social que se mide con la vara más exacta: los dichos de sus personajes se transforman en latiguillos usados en el habla cotidiana. Esa es la más maravillosa música a la que un artista popular puede aspirar.



El actor elige un típico café de su barrio para la entrevista con Veintitrés. El bar El Progreso, con sus mesas de madera antigua y con sus parroquianos que forman la postal arquetípica de la porteñidad, es el escenario del encuentro. Al que Capusotto asiste abrigado con un pulovercito similar al que usó la noche de los Martín Fierro.



–¿Vivís hace mucho en Barracas?



–Hace trece años ya. Mis hijas son de Barracas. Yo soy más de zona oeste. Viví en Luro desde los seis años, antes vivía en Castelar, del que tengo un recuerdo muy vago: las calles de tierra, mi casa. En Luro viví de chico, de adolescente y de adulto.



–¿El barrio marca tus elecciones estéticas o ideológicas?



–No. Hay gente de mi generación con una conexión fuerte con el barrio. Para mí, no es una elección a la hora de actuar. En el barrio hay gente garca, que hace negocios, que quiere salvarse y cuya vida gira en torno a la acumulación material. Circulan cosas interesantes y cosas de mierda. Existe una especie de religión que se basa en moverse como pez en el agua en lugares de mierda mientras los demás se ahogan. El barrio es un lugar donde te conectás con gente que tiene su vida y su mundo y, si no te construís a vos mismo, cagaste. Porque el barrio también es un pelotudo que te aconseja cómo cagar a los demás. No es un lugar habitado por seres nobles y duendes que te dicen que vivas como quieras y andes con la ligereza poética de un ave y te conviertas cada tanto en un puma porque estás rodeado de hijos de puta. Te lo pueden decir dos o tres, los que finalmente elegís como amigos.



–Sos un fenómeno que excede lo televisivo, ¿cómo convivís con esa figura?



–Dejo que se apropien de esto que ven. Nunca me consideré un fenómeno: sólo hago las cosas que me salen. Pedro Saborido me manda unas cosas que escribió a las tres de la mañana, las leo, me cago de risa y, finalmente, las ponemos en acción. Eso del fenómeno es una frase que me viene, no es algo que yo exhale. Mucha gente comparte lo que hacemos y son aliados de una idea que no pasa sólo por reírse.



–La masividad e influencia de tu propuesta, ¿implican una responsabilidad?



–La responsabilidad es ser fiel a lo que estoy accionando, nada más que eso. Podés hacer reír a alguien y, siempre que te hacen reír, sos feliz. Esa es una responsabilidad. La otra es que tenemos un modelo de conducta que puede ser observado con cierto respeto. Estar en un medio masivo te puede colocar en una carrera de superación. Sin embargo, este momento es nuestra superación. No quiero llegar a ningún lugar en la televisión, es más, quiero mantener este lugar de autogestión, donde no hay disputa de poderes y donde no se necesita que las ideas sean transformadas para tener más rating. No cambio este lugar y menos con 48 años.



–¿Te ofrecieron ir a otro canal?



–Desde ya. Para la óptica de la televisión, este es un programa vendible, que puede estar en un canal y un horario de mayor difusión. Pero no me interesa, no es nuestra ambición. Este año queremos hacer ocho programas, nuestra cantidad ideal. Estar en un lugar donde nos lo permiten es un privilegio.



–Tus programas excedieron el marco de la televisión. Peter Capusotto explota en YouTube, lo mismo el programa de radio.



–Sí. No sólo eso, Internet te permite llegar a otros países. El otro día me hicieron una nota de un medio de Chile, porque miran el programa por Internet. Su alcance tiene muchos caminos. Nunca tuvimos una preocupación por el rating, porque sabemos que el ciclo tiene mucha circulación y aceptación. No tenemos nada más que hacer, salvo seguir celebrando los encuentros para que este programa siga funcionando.



–Tu humor sorprende por su precisión en los tiempos políticos. Pasó con Bombita y con “Hasta cuándo”. Se podría aventurar que Capusotto y Barcelona son los medios que mejor expresan la realidad política.



–El humor siempre tiene una conexión con los signos de la realidad. Muchos tienen que ver con los comunicadores que hacen la puesta en escena de un mundo real. Metrallean mucho, pero no profundizan los fenómenos. Mirá, lo reafirmé hoy cuando miraba el canal de videos Quiero música en mi idioma. El videograph pasaba noticias policiales, un asesinato en Barracas. Si eso no es reflejo de una ficción construida para que todo el tiempo tengamos la idea de la muerte y la inseguridad en nuestra piel, bueno, a las pruebas me remito.



–¿Cómo actúa el humor frente a eso?



–La tomamos y la destrozamos mediante la parodia. La burla es infranqueable: las cosas de las que te burlás no te pueden contaminar porque hay una lectura previa a destrozarlas, un sustento ideológico. Es como decir: “A mí no me contaminás, no me la vendés”. Otras cosas rozan otros mundos, totalmente desopilantes, que no tienen conexión con los signos de la realidad. En algunos personajes, la realidad se hace más presente, como en ese monstruo, Micky Vainilla, disfrazado de cantante pop y que es, en realidad, un virus que se mete en ciertos lugares para empezar desde allí su plan de exterminio.



–Decís que la parodia puede destruir una concepción ideológica. Bombita es irónico, pero no intenta destrozar a los setentistas.



–Es una mirada sobre algo que tuvo su densidad, su construcción política. Un Palito Ortega montonero está compuesto por dos imágenes antagónicas que nos causaban gracia. Nunca pensamos en la derrota del discurso setentista, vulgarizado en las letras de Palito. Todo lo contrario. Rescatamos esa construcción que terminó en una gran derrota general, el imaginario que representó el retorno de Perón y en lo que devino. Había una gran masa crítica, gente muy valorable y gente de mierda. Y ganaron los malos. Por eso algunos que fueron militantes ven en Bombita una reivindicación personal, porque es un tipo que militó, aunque nosotros no lo hicimos.



–Ese momento político también te marcó.



–Nos rozó porque tuvimos hermanos mayores que militaban. Esa época nos atravesó, aunque en el ’73 yo tenía doce años y Pedro era más chico. Era el momento en que se pensaba que la película podía terminar bien. Perón excedía la simbología del líder político, representaba el regreso de algo vinculado a los sectores populares, a la idea de poder tener una identidad. Se venía de una dictadura, del Mayo Francés, había algo que estaba pugnando por tener presencia.



–¿Siempre te sentiste peronista?



–Sí, el peronismo es casi una expresión emotiva. Te hacés peronista por lo que está enfrente, que tiene una raíz antiperonista. No son nihilistas: a un nihilista yo lo respeto. Pero a lo que está enfrente, nunca lo he respetado. Eso te va empujando. Porque el peronismo es el peronismo y es la idea del peronismo. Es algo que tal vez no fue posible, pero que sobrevoló como posibilidad. En el otro lado, nada, la restauración conservadora, esa cosa espantosa.



–El gobierno rescató símbolos de los ‘70.



–Sí. Y, en un punto y salvando las distancias, se vuelve a repetir la historia. El movimiento peronista excede el kirchnerismo. Uno se pone en sectores antagónicos a la oposición. No hace falta ser muy perspicaz para saber quiénes realizan la construcción contraria al Gobierno para tomar el poder. Son los que permiten que el vicepresidente de la Nación trabaje para la oposición. Y eso que está todo bien con que Cobos sea vicepresidente y tenga posiciones, algo que desde ya nadie de la oposición podría soportar. También es cierto que en toda construcción hay errores, pero en este caso puntual hay ciertos errores que se podrían haber evitado. En lo comunicacional, por ejemplo. Pero, por otro lado, los errores del Gobierno no llevan a que se construya una oposición. Estuvo agazapada desde el primer día esperando el momento de atacar. La sensación, y lo digo con cierto pesimismo y dolor, es que serán los nuevos enemigos de la sociedad. No sólo han tenido injerencia, sino que han sido parte del poder en la Argentina.



–Hay humoristas que difunden las imágenes que plantea la oposición: una Cristina exasperante, preocupada sólo por la ropa, un gobierno casi dictatorial. Se ve en el humor gráfico de Nik en La Nación o en Perfil.



–Que cada uno haga lo que quiera. Nik está en La Nación, qué va a escribir Nik. Estas construcciones generan eco entre la gente y, por otro lado, caen en lo pueril, como cuando dicen que terminaremos como Cuba o Venezuela. Marcan a ese tipo que balbucea cuando habla sobre la inseguridad y le decís: “Imaginate, en Estados Unidos voltearon dos torres y no sé si fueron ellos mismos y mataron a tres mil personas, ¿de qué seguridad me hablás?”. O: “¿Qué seguridad, si mi generación se crió con la dictadura, con Malvinas, con la hiperinflación, con el menemato, con la Alianza, los 35 muertos en la calle y el corralito?”. Nunca hubo seguridad jurídica en nuestro país. Construyen con el lenguaje la sensación de que nunca estuvimos peor que hoy. Es la exasperación de lo más berreta. Es Biolcati hablando de un piquete de blancos con Grondona.



–En la Rural apeló a la Patria 50 veces.



–Un discurso que podría haber sido realizado dos meses antes del ’76. No porque vaya a suceder, sino porque hay una sociedad que empezó a creer que ese discurso es posible. En 2005 a la gente le chupaba un huevo escuchar que Kirchner era soberbio con el periodismo. Entonces se sacralizan signos: el campo es lo bueno y el Gobierno es lo malo. Y para mí los malos son los que más putean contra el Gobierno.



–¿Y Pino Solanas?



–Pino no sé. Lo vi también bastante exacerbado contra el Gobierno y me pareció un poco funcional a ese discurso. El sector donde están Pino o Sabbatella es crítico del kirchnerismo, pero no está montado en la gran jineteada nacional. A Pino lo vi en charlas amenas con Grondona que me provocaron un poco de rechazo. Es un momento emocional. Soy más afín a lugares que están vinculados al oficialismo que a los que no.



–¿Qué pensás de la izquierda?



–Y... si te hacés trosko para sacarte la foto con Biolcati, no te hagás trosko. Vilma Ripoll puso la excusa de que no podían dejarle la calle a la derecha, pero eso devino en la foto con ese tipo. Y no sólo ella, también estuvieron los maoístas, que siempre fueron traidores, desde que apoyaron a López Rega en el gobierno de Isabelita.



–Hubo una izquierda que no apoyó al campo.



–Sí. Son los que acumulan desde la universidad y después no quieren disputar el poder real. Si no querés el poder, hacete nihilista.



–¿Qué pensás acerca de la ruptura del acuerdo entre TyC y la AFA?



–Está muy bien que el fútbol pueda ser visto por todos. Después la oposición plantea otras discusiones: “Ah, ponen plata para el fútbol y no para el hambre”. Y lógico. La plata tiene que ser para la gente que lo necesita. Pero los que declaman eso nunca hicieron políticas abarcativas, no jodamos. Ya la presencia en el fútbol está limitada si sos visitante o si no sos socio. Es accesible sólo si podés pagar. Eso que era compartido desde el más humilde hasta el dueño de una fábrica hoy está reservado al dueño de la fábrica. Si no pagás para mirar fútbol, mejor. Pero claro, detrás están los intereses de ese submundo. Como idea proyectiva me parece maravillosa aunque no sé en qué terminará. En definitiva, que mirar fútbol sea gratis, no está mal en absoluto.



–La medida desató una dura ofensiva contra el Gobierno por parte del Grupo Clarín.



–Desde ya. Esto comenzó hace dos años y no va a parar. Hacen parecer que la confrontación viene de un solo lado y que, del otro, está Biolcati con su vaquita mansa, Biolcati hablando de San Martín y Belgrano. ¡Lo hubiesen sacado a patadas en el culo a San Martín de la Rural!



–Se está presentando la Ley de Medios en el Congreso, ¿qué opinás?



–Es necesaria. Tal vez hubiera sido mejor que se presentara en un momento de menos confrontación. Los sectores de poder plantean un discurso único siempre. Por eso Clarín, que forma parte de ese poder y es un monopolio, se siente atacado. El presidente de TyC dijo que la mejor democracia es que haya que pagar para ver fútbol, eso es capitalismo puro.



–¿Creés que hay un fusilamiento mediático, como denunció Cristina?



–Hay decisiones que perjudican a ciertos intereses. En una confrontación, las partes siempre apuntan a señalarse como víctimas y la población queda rehén en la disputa sobre quiénes son los buenos y quiénes los malos. Si la Presidenta dice eso es porque está en un conflicto de poder que la roza. Es claro que hay una política de desgaste, verbalizada por la oposición, para que el poder pase de bando. En ese marco, me preocupa mucho más lo que dice Biolcati.



–¿Hay un cambio en el Gobierno desde la derrota electoral?



–Recuperó la iniciativa. Pero lo principal es que la oposición no asume la construcción de un poder proyectivo. Sólo dice que todo está mal. El Gobierno muestra más solidez y potencia mediante acciones concretas como la Ley de Medios o el fútbol. La oposición retrocede pero, ojo, se agazapa para atacar después. La política es conflicto, no es consenso. ¿La democracia el reino del consenso y el debate? ¡Vamos! Se trata de una lucha para ver cuánto cedemos y cuándo volveremos a atacar.



–¿Qué pensás sobre la despenalización del consumo de marihuana?



–Las decisiones que toma un adulto, entre ellas fumar marihuana, son absolutamente personales. Fumar no tiene ninguna vinculación con el delito ni con su demonización. Los sectores que se oponen tienen una visión de la vida macabra, una moralidad sobrecargada y casi estafadora. Plantean que se usan drogas para delinquir, pero ¿qué hacen los custodios de la moral para evitar el delito? Condenan pero no arreglan las dificultades



–Ciertos adolescentes toman al personaje de Micky Vainilla sin la distancia de la ironía y siguen sus dichos al pie de la letra.



–Ah, sí. Pero para eso están los padres que verán el programa con los chicos y les explicarán que Micky es una ironía, algo monstruoso y no reivindicativo del racismo. No me puedo hacer cargo de lo que puedan pensar respecto de un personaje. También Charles Manson mató a doscientas personas porque decía que Lennon le ordenaba matar. Lo que tiene el humor es que, a veces, deja al desnudo la propia miseria y es algo que no nos gusta ver.



–¿Qué ves con tus hijas en la tele?



–Ellas ven cosas ligadas a su mundo infantil. La mayor, que tiene 10 años, empieza a estar más conectada conmigo y a interesarse más en mi propio mundo. Debe estar en una etapa de enamoramiento del papá. La de seis años es totalmente dorada, construye sus castillos de princesa en los rincones de la casa. Tiene un mundo interior muy fuerte, pero todavía no llegó a la etapa en la que escucha muchas voces para formar su voz propia, la que elija y que yo acompañaré hasta el final. Ahora escuchamos música juntos, por ejemplo.



–¿Cómo vive tu familia tu exposición?



–Las nenas lo empiezan a sentir, pero estoy en casa bastante, tengo una presencia interesante en esta etapa. Mi vieja vive, mis dos hermanos murieron, tengo una familia no muy numerosa. Mi vieja está muy contenta, y más con el reconocimiento actual. A los 16 años, yo quería jugar al fútbol y mi viejo me respaldaba, pero también tenía que estudiar porque la posibilidad de jugar dos años y que te lleven a Europa era impensable. Más grande, empecé a estudiar teatro y a frecuentar los lugares que elegí.



–Sos jurado en el Festival de Cine de Diversidad Sexual.



–Lo hago para hacerle la gamba a mi amigo Fabio Zurita, que lo organiza. Tengo interés, claro, en los encuentros sexuales que, en algunos casos, pueden ser muy celebratorios, y en otros, una forma más de la mentira. El sexo está entre las diez cosas más felices de la vida. De todos modos, quiero desmitificar que los hombres la chupan mejor que las mujeres. O al menos, yo prefiero que me la chupe Cameron Díaz a Elton John. La técnica masculina en el sexo oral no es algo que me preocupe. Lo he probado y es pura mitología. Y desde ya no se puede comparar a Cameron Díaz con Elton John y ni siquiera con George Michael.

Los adolescentes de hoy, por Pablo Bato

Los adolescentes no se merecen esto


- Segunda parte -

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A todos los lectores de esta joven revista, les comento que este articulo es un trabajo realizado hace unos años (2007), junto a otras personas con las que realizaba el curso de Operador Terapéutico de Comunidad, en la ciudad de Junin.

... Sin embargo, creemos tener derecho a horrorizarnos si los medios revelan que en los viajes de fin de curso el consumo de alcohol comienza en Buenos Aires, sigue durante todo el viaje y estalla en Bariloche, por ejemplo, en escenas de lamentables consecuencias. Probablemente se podrá identificar entre las marcas consumidas a aquellas de las camisetas de los equipos más famosos.

Es poco lo que sabemos acerca de estos adolescentes de la globalización a los que, no obstante, atribuimos características nefastas. Son incomprensibles, irrespetuosos, promiscuos, se destetan más tarde que los de hace dos generaciones, son violentos y proclives a caer en conductas desviadas, desde la bulimia-anorexia hasta el consumo de marihuana o cocaína. El alcohol, desde luego, ya se toma como algo incorporado a la cultura contemporánea y es notable lo fácil que resulta desviar la mirada cuando nos encontramos con grupos de pibes tomando vino o cerveza en cualquier plaza de la ciudad y a cualquier hora. Seguramente las marcas que consumen son también las de las camisetas.

Una de las preguntas iniciales intenta saber a qué actividad dedican más tiempo habitualmente estos chicos y chicas cuyas edades se ubican mayoritariamente de entre los 17 y 18 años. El perfil de adolescente que muestran las respuestas no difiere mucho de lo que cualquiera supone: un 18% prefiere oír música o radio, mientras que casi en partes iguales de entre 12 y 13% están los que salen con sus novios o novias, los que hacen deportes, los que pasan su tiempo por ahí con amigos o amigas o ven televisión. Esto hace un 70%, quedando muy atrás el resto de las elecciones que agrupan temas como ir a reuniones religiosas, leer, quedarse en casa sin hacer nada, o salir con la familia. Son, puede decirse, típicos adolescentes del fin de siglo.

Más adelante la encuesta indaga acerca de, si tuviera que preparar el clericó en una fiesta de su curso, cuánto vino calcularía por cada uno de los invitados. Las respuestas empiezan a sorprender: un 19% cree que estaría bien con más de una botella de litro por persona; un 12% opina que con un litro estaría bien y un 11% pondría medio litro por persona. Sumando estos porcentajes, el 42% de estos chicos y chicas cree que de medio litro de vino para arriba y hasta más de un litro por cabeza serían buenas medidas para tomarse en una fiesta.

Luego la encuesta ensaya una variante: "Imaginate que en lugar de clericó deciden hacer la fiesta con tragos de vodka, ¿qué cantidad calcularías para tomar en la fiesta? Pensá un promedio general". El 12% de los chicos dijo que habría que pensar en una botella por persona. Un 15% calculó media botella por persona y otro 11% afirmó que estaría bien con un cuarto litro por cabeza. Sumando: el 40% piensa que una buena fiesta se hace con cantidades de vodka que van de un cuarto a un litro por persona.

Por último en lo que hace a esta indagación, se le propone que piense en esa misma fiesta pero ahora con cerveza. El 20%, uno de cada cinco chicos, afirmó que habría que calcular cuatro litros de cerveza por persona. El 12% dijo que pensaba que con tres litros estaría bien y el 18% calculó dos botellas de litro por persona. Es decir, el 50% de estos chicos no baja de dos botellas y llega hasta cuatro botellas de litro de cerveza por persona.

Son cifras pesadas, sin dudas. Y a esta altura importa poco si esos chicos llegan a tomarse esas cantidades de alcohol en sus fiestas. Lo más probable es que la mayoría de ellos se pusiera a vomitar mucho antes de llegar a las marcas que imaginaron. Pero se imaginaron esas cantidades y esto establece claramente conductas de riesgo que no es posible disimular. En el imaginario de estos adolescentes, las cantidades de alcohol que beberían son mucho mayores que las de chicos de veinte años atrás, y posiblemente mayores aun que las que beberían sus propios padres.

Hasta aquí los acusadores parecerían tener razón: estos adolescentes muestran tendencias a la ruptura de normas, ensayan conductas riesgosas y desafiantes. Se impone la implementación, podrían decir, de amplios programas para reencauzar estas tendencias, para orientar a estos chicos y ayudarlos a convertirse en... ¿miembros plenos de nuestra sociedad? Ya lo son, mal que nos pese, su imaginario se construye en la misma fragua que entroniza a lo económico como valor más importante, que establece la satisfacción por medio de los objetos, que impone hábitos ingobernables de consumo, que borra el pasado y torna inimaginable el futuro.

Sin embargo, estos mismos chicos de los cuatro litros de cerveza y el litro de vodka, cuando tienen que responder acerca de cómo creen que podrían mejorar las condiciones de vida de los jóvenes de su barrio, dan un rotundo ejemplo de compromiso y evitan caer en las facilitaciones que les proponen algunas preguntas. Con sus respuestas muestran un insospechado deseo de participación que debe ser tenido en cuenta a la hora de trazar el perfil de nuestros adolescentes.

Veamos el cuadro completo de respuestas:

¿Cómo crees que podrían mejorar las condiciones de vida de los jóvenes que viven en tu barrio? De la lista no marques más de una, la que consideres más importante. Cantidad Porcentaje

Se pueden mejorar si el gobierno hace algo 172 10.9

Se pueden mejorar si la gente le pide al gobierno lo que necesita 44 2.8

Se pueden mejorar si la gente se organiza para mejorarlas 348 22.0

Se pueden mejorar si la gente y el gobierno se lo proponen en conjunto 900 57.0

No pueden mejorarse 45 2.8

No sabe 70 4.4

TOTAL 1579 100.0

Tan fuerte como las respuestas sobre las cantidades de alcohol pero en sentido inverso, estas elecciones muestran que el 80% de los adolescentes encuestados cree en la participación y el compromiso como fuerzas de cambio, que resulta ínfima la cantidad de los que "esperan todo de arriba", igual que los desesperanzados. Estas respuestas son, también, un alerta para los adultos a cargo de las decisiones: los adolescentes de la encuesta esperan ser protagonistas, alguien debe tomar en cuenta este deseo. No hacerlo puede ser, además de torpe, suicida en términos sociales.

(1) Programa patrocinado por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico y coordinado por el Lic. Hugo Míguez.







Compañero, Pablo Bató.