martes, 16 de junio de 2009

La Justicia Social no es populista, es Justicia.

Suelen ser definidas como Populista, aquellas formulas políticas por las cuales el pueblo, considerado como un conjunto social homogéneo, es fuente de inspiración y objeto constante de referencia. Este pueblo, que se toma como único depositario de las políticas de Estado, por lo general son las clases relegadas por los poderes “Cipayos”.

Esta corriente tiene su nacimiento en America Latina y, en Argentina, el Movimiento Nacional Justicialista es sin duda el mayor exponente. Sus políticas sociales, forjan el camino para un país socialmente justo, económicamente libre y políticamente soberano.

Las políticas que hacia referencia mas arriba, apuntan directamente a la distribución de la riqueza; entre otras, podemos mencionar el proceso de sustitución de importaciones, y mas puntual la distribución de tierras, o la creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI); que no solamente se encargaba de la comercialización de granos y carnes, también se ocupaba de resolver crisis de ciertos sectores productivos, adquiriendo materia prima para entregárselas a los industriales a fin de que la procesaran; el otorgamiento de créditos sin obligación de devolución; subsidió la producción de bienes de consumo masivo, con el fin de mantener el nivel del salario real.

Estas formas de gobernar hacia de Perón el Líder que las masas demandaban.

Este creciente desarrollo económico provocó una suba, en términos considerables, en el nivel de incorporación de inmigrantes provenientes de los campos a la actividad económica. Pero como todo desarrollo, trajo consigo una demanda sociopolítica.

A tal inconveniente trató de dar solución Perón, primero desde la Secretaria de Trabajo y Previsión y luego como jefe de Estado electo, otorgando reivindicaciones en materia salarial, y reconociendo varios de los derechos de los trabajadores.

Como resultado de las políticas de bienestar social, Perón se gano el reconocimiento de las masas; el cual lo legitimó como el líder carismático de la sociedad argentina.

A medida que su presencia otorgaba bienestar a sus seguidores, fue creciendo tanto su carismática relación con el pueblo, como su legitimidad de líder. Carisma que toca su punto máximo cuando el pueblo del 17, mientras que lavando sus pies en las fuentes de inspiración francesa, como quien lava años de retraso histórico, sale a defender sus conquistas y exigir el retorno del “Coronel del Pueblo”.

Es aquí donde se ponen de manifiesto lo que afirmaba al comienzo, cuando hacia mención a que: “el pueblo es considerado como fuente principal de inspiración y objeto constante de referencia”.

La creciente relación entre el Líder y las masas, contraían cada vez más atención entre la clase cipaya. Como suele pasar, cuando más reivindicaciones se le otorgan al pueblo, más hacen sentir su presencia las clases antagónicas a él.

El proceso de sustitución de importaciones, permitía ampliar el consumo de las masas y elevar los sueldos, como así también, lograr la capitalización de las empresas estatales. Esto sumado a la regulación del Estado, disgustaba a la clase cipaya; porque el Estado ya no era más una “gran empresa” –que solo regulaba la actividad económica-, sino que era visto como un competidor, y como tal, un obstáculo para sus intereses.

Esta coyuntura de poder, donde se encontraban diferentes sectores que ya no se veían más como aliados, sumado a que las movilizaciones de las masas se efectuaba básicamente a través de los Sindicatos, simboliza una política de enfrentamiento por el control institucional.

A pesar del paso del tiempo, este enfrentamiento por el control institucional continuará; unas veces hasta con mayor tensión, otras con actores pocos definidos.


JUAN IGNACIO GUTIERREZ. Estudiante de la carrera Ciencia Política. UNR.

MILITANTE DE LA JUVENTUS ORGANIZADA PERONISTA. PJ PERGAMINO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario